Las enfermedades periodontales son unas de las afecciones crónicas más
frecuentes del ser humano. Se deben a infecciones por bacterias y producen una respuesta inflamatoria de pequeño grado, pero que se extiende por todo el organismo. De hecho, los mediadores de esta inflamación se han identificado en la sangre de los pacientes y se pueden localizar en diferentes órganos a distancia, como en las arterias coronarias. También afecta al hígado, haciendo que este sintetice más colesterol, que pasaría a la sangre. La inflamación también activa al sistema inmune, o de defensa del organismo, que puede contribuir también a incrementar la inflamación.
          La arteriosclerosis, responsable del infarto de miocardio y de la angina de pecho, tiene también una base inflamatoria localizada en la pared de la arteria. La pequeña inflamación generalizada que produce la enfermedad periodontal podría acelerar la inflamación de la arteria coronaria y acelerar la progresión de la arteriosclerosis: el infarto de miocardio y la angina de pecho serían sus consecuencias. Es decir, los pacientes con enfermedad periodontal pueden presentar enfermedad coronaria con mayor frecuencia que los que tienen una boca sana.
          Las enfermedades periodontales y cardiovasculares tienen factores de riesgo comunes, como tabaco, diabetes, obesidad e hipertensión arterial, que, al mismo tiempo, pueden comportarse mutuamente como agravantes de las demás. Por lo tanto, es necesario abordar de forma conjunta actuaciones dedicadas a la prevención y tratamiento, en la confianza de que de esa manera se mejora la salud general y bucal.
          Aunque no existen pruebas totalmente sólidas que indiquen que mejorar la salud bucodental disminuya las enfermedades cardiovasculares, los organismos científicos y profesionales han subrayado la necesidad de emprender actuaciones para la prevención de ambas patologías. Cardiólogos y odontólogos deberían trabajar de una manera coordinada para, cada uno en su nivel de actuación, mejorar la salud cardiovascular. El dentista debería intentar diagnosticar a personas con riesgo metabólico y remitirlas para atención médica y en aconsejar a sus pacientes sobre estrategias de promoción de salud. De igual forma, el cardiólogo debe recomendar a sus pacientes que pasen revisiones periódicas con su dentista para mantener una buena salud periodontal.
          Obviamente, es muy importante hacer hincapié en la prevención, por lo que debemos recomendar a todos los individuos un cuidado adecuado de su boca, no solo por el beneficio que ello conlleva en sí mismo, sino, también, para prevenir patologías cardiovasculares. Podemos decir que la boca se convierte en un camino para la salud cardiovascular de nuestros pacientes.