La presión arterial es una medición de la fuerza ejercida contra las paredes de las arterias a medida que el corazón bombea sangre al cuerpo. 

La presión arterial incluye dos mediciones: la presión sistólica, que se mide durante el latido del corazón (momento de presión máxima), y la presión diastólica, que se mide durante el descanso entre dos latidos (momento de presión mínima).

La hipertensión arterial es el término que se utiliza para la presión arterial elevada y se define como la PA por encima de 140/90 mmHg. Esto está basado en múltiples estudios, en los que el tratamiento de pacientes con estos valores es beneficioso a nivel cardiovascular. Por tanto, valores de presión arterial normales se consideran por debajo de 130/80 mmHg, y entre estos y PA 140/90 mmHg se considera pre-hipertensión. 

Hay dos tipos principales de presión arterial alta: Primaria y secundaria.

  • Primaria o esencial: Es el tipo más común de presión arterial alta. Por lo general se desarrolla con el tiempo a medida que envejecemos.
  • Secundaria: Es causada por otra condición médica o el uso de ciertos medicamentos. Por lo general, mejora al tratarse la causa o al dejar de tomar los medicamentos que la provocan. 

Cuando diagnosticamos a un paciente de hipertensión arterial, siempre debemos descartar causas secundarias que puedan producirla.  

La hipertensión no suele tener síntomas. Hay veces que puede cursar con cefalea, molestias oculares, y otros síntomas inespecíficos, por ello, la única manera diagnosticar hipertensión arterial es a través de chequeos regulares.

Cuanto más alta es la tensión arterial, mayor es el riesgo de daño al corazón y a los vasos sanguíneos de órganos principales como el cerebro y los riñones. La hipertensión es la causa prevenible más importante de enfermedades cardiovasculares del mundo, por lo que es necesario intentar diagnosticarla a tiempo y prevenirla si es posible.

A nivel mundial, más de uno de cada cinco adultos tiene la presión arterial elevada, un trastorno que causa aproximadamente la mitad de todas las defunciones por accidente cerebrovascular o cardiopatía. Complicaciones derivadas de la hipertensión son la causa de 9,4 millones de defunciones cada año en el mundo, por lo que su control es de vital importancia. 

El objetivo del tratamiento es conseguir una PA por debajo de 130/80 mmHg. 

Acudir al cardiólogo para descartar causas secundarias de hipertensión y descartar cardiopatía estructural es recomendable en los pacientes hipertensos. 

Las consecuencias de la hipertensión para la salud se pueden agravar por otros factores que aumentan las probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares o insuficiencia renal. Entre ellos cabe citar el consumo de tabaco, una dieta poco saludable, el uso nocivo del alcohol, la inactividad física y la exposición a un estrés permanente, así como la obesidad, el colesterol alto y la diabetes mellitus, por lo que controlar estos factores es de suma importancia para nuestra salud.