Los cardiólogos, y otros médicos que también siguen a pacientes con enfermedad cardiovascular debida a aterosclerosis, debemos afrontar con frecuencia algún debate con los enfermos porque creen que su colesterol puede estar demasiado bajo. Algún amigo bienintencionado, alguna consulta rápida en Internet, e incluso algún médico poco convencido, le ha comentado o informado al paciente de que tener un colesterol “tan bajo” como el suyo puede no ser bueno para su salud. Además, los fármacos que utilizamos con mayor frecuencia para bajar el colesterol pueden producir muchos problemas. Es raro el día que no tenemos que realizar algún comentario sobre ello.
La patología cardiovascular aterosclerótica (infarto de miocardio, angina de pecho, ictus, claudicación intermitente) es la patología más frecuente en nuestra sociedad, y es líder en muertes e incapacidades. En España se estima que hay 120.000 infartos de miocardio y 115.000 ictus al año, solo por citar las patologías más prevalentes. En Castilla-La Mancha se estima también un importante número de pacientes afectados: 2600 al año. De estos pacientes, un porcentaje elevado muere y otros muchos quedan con discapacidad. Esta patología es más frecuente en los pacientes que tienen, entre otros factores, el colesterol elevado en la sangre. Además, numerosos estudios han demostrado a lo largo de los años que bajar el colesterol disminuye los problemas cardiovasculares que pueden presentar los pacientes. De forma progresiva, se ha ido bajando el nivel de colesterol que debe alcanzarse, casi siempre con fármacos para las estatinas, para disminuir nuevos infartos, angina, ictus y muertes.
Los niveles de colesterol que debían alcanzarse con el tratamiento han ido disminuyendo a medida que ha surgido información de nuevos estudios que han demostrado que, cuando se trata del colesterol en la sangre en pacientes con enfermedad cardiovascular aterosclerótica, “cuando más bajo, mejor”. La expresión es algo sorprendente, pues todos sabemos que el colesterol es necesario para la vida, pero los estudios demuestran contundentemente que si se baja el colesterol en la sangre disminuyen los problemas cardiovasculares. De hecho, individuos con una genética que les hace tener unos colesteroles en sangre muy bajo (colesterol LDL de 20-30 mg/dl) desde el nacimiento viven una vida larga, sana y sin problemas cardiovasculares.
Toda esta información ha hecho que, al ser recogida en unas nuevas guías de práctica clínica de la Sociedad Europea de Cardiología recientemente publicada, se recomiende que la población general tenga unos niveles de colesterol LDL (el colesterol malo) menor de 116 mg/dl y que los pacientes con enfermedad coronaria previa tengan menos de 55 mg/dl. En los pacientes con enfermedad previa, los valores recomendados eran antes 100 y 70 mg/dl, según los casos; ahora son menos de 55 mg/dl para todos. Probablemente esto hará que arrecien las “discusiones” con los pacientes, lógicamente preocupados por su colesterol, pero también disminuirán los nuevos problemas cardiovasculares y la mortalidad de estos pacientes, como demuestran los numerosos estudios que han movido a este cambio en las guías.
¡Están locos estos cardiólogos!, podría decir Asterix si conociera estos datos, pero lo cierto es que deben ser bienvenidas todas las estrategias que nos permitan prevenir las enfermedades, siempre que vengan suficientemente avaladas por estudios y pruebas. Hemos ido disminuyendo la mortalidad por enfermedades cardiovasculares en las últimas décadas, pero la reducción de la prevención (falta de ejercicio físico y obesidad, fundamentalmente) están produciendo un repunte en algunos países, como Estados Unidos. Hay que insistir en que el objetivo debe ser la adopción de una dieta cardiosaludable y la práctica habitual de ejercicio físico, las dos medidas más potentes para prevenir la aparición de este tipo de enfermedad, pero, si por desgracia tenemos algún problema cardiovascular, el 55 debe ser nuestro objetivo.