Cuando se presenta un infarto, los síntomas pueden variar en función de cada paciente, pero lo más habitual es encontrar dolor que se localiza en el tórax,  de tipo opresivo, es decir, como una losa en el pecho, otras veces es más un dolor de tipo ardor o quemazón. «Es frecuente que el dolor se extienda hacia los hombros y brazos, puede ser a una o a ambas extremidades, así como hacia la mandíbula. Acompañando generalmente al dolor torácico puede aparece malestar, sensación de indigestión, sudoración, debilidad, náusea y vómitos y en algunos casos mareo con pérdida de conciencia» subraya la Dra. Carolina Robles.
Muchas personas tienen dudas sobre cómo actuar ante la aparición de estos síntomas. Ante cualquier sospecha de que puede tratarse de un infarto agudo de miocardio, el paciente debe acudir inmediatamente al centro médico más cercano para ser evaluado.
El infarto se produce por una obstrucción de las arterias que suministran sangre al músculo del corazón. «Esta obstrucción se debe mayoritariamente a la rotura de una placa aterosclerótica, que son placas que se forman en las arterias debido fundamentalmente a la acumulación de grasas. Al obstruirse la arterias no puede pasar sangre a través de ella y el tejido al cuál suministraba sangre comienza a necrosarse (muerte del tejido)». explica la Dra. Carolina Robles.
Consejos para evitarlo

Para reducir el riesgo de presentar un infarto agudo de miocardio es fundamental el control de los factores de riesgo cardiovascular, esto es, mantener el colesterol LDL (colesterol «malo») dentro de los límites normales, control estricto de la presión arterial y de la diabetes mellitus, abstención total del tabaco y evitar el sedentarismo.