La hipertensión arterial es una patología crónica cada vez más frecuente. Se refiere a un incremento de la fuerza (presión) que ejerce la sangre contra las paredes de los vasos (arterias) al ser bombeada por el corazón. Cuanto más alta es la tensión, más esfuerzo tiene que realizar el corazón para bombear. Una de las características de esta enfermedad es que no presenta unos síntomas claros y estos pueden tardar mucho tiempo en manifestarse. Sin embargo, constituye el factor de riesgo cardiovascular más prevalente.
La hipertensión arterial mal controlada afecta negativamente a la salud ya que predispone y promueve enfermedades importantes como el ictus o infarto cerebral y el infarto agudo de miocardio. Por ello, es de vital importancia detectar precozmente la hipertensión Arterial y pautar un tratamiento adecuado para tenerla controlada.
Es uno de los factores de riesgo cardiovascular más importantes, además de ser frecuente en nuestra población: se estima que en España hay más de 17 millones de hipertensos de diverso grado, y que el 40% desconoce que lo es. Por las consecuencias que puede tener en nuestro organismo es clave prevenir la hipertensión o, en caso de que ya se padezca, detectarla y tratarla..
¿Cuáles son los valores considerados normales?
La presión arterial ideal es un umbral aleatorio elegido por los expertos, explicó el doctor García Donaire añadiendo que se establece en determinada cifra porque en ella hay menos morbilidad y mortalidad. Sin embargo, esa cifra varía en función del estado de salud y la edad de cada persona.
Para un adulto sano, las cifras no deberían superar los 135/85 mmHg, aunque la presión óptima es de 120/75 mmHg mientras que la ideal está por debajo de 110/70 mmHg. Sin embargo, en los pacientes que ya tienen complicaciones, como haber pasado por un infarto, tener insuficiencia renal o trastornos cerebrales, la presión arterial no debe exceder las cifras de 120/75 mmHg. Por último, en los mayores de 75 años, la presión que se considera ideal estaría en torno a los 140/80 mmHg.